Pacific rim (2013)
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Dónde está ese Godzilla que lo reviento. |
El cine a veces nos da sorpresas gratas. Fui al IMAX con la
idea de que Pacific Rim era una película más de cine espectáculo: esa suerte
de subgénero, podríamos considerar, que
busca explotar al máximo los efectos especiales y un recurso como el 3D para
tratar de llenar las salas de los cines en los meses de Junio-Julio-Agosto, que
es el verano del hemisferio norte, donde está la plata. Estos tanques de
verano, en el mejor de los casos, son filmes pasatistas, pochocleros y
mediocres, haciendo que la visita al cine valga la pena sólo porque pasas 2
horas de tu vida en un lugar con aire acondicionado. De vez en cuando aparece
alguno que otro rescatable.
Primero empecemos con la propuesta: Guillermo del Toro
dirigiendo una película homenaje al cine Kaiju Eiga japonés, el clásico cine de
monstruos gigantes destruyendo ciudades como Godzilla, o Gorgo en Inglaterra.
También a glorias del animé como Mazinger
Z o Evangelion. Los que crecimos
con televisión por cable pudimos ver un familiar de este cine fantástico
japonés, el denominado Super Sentai, que conocimos por Power Rangers. Este tipo de cine fue siempre una fiesta, porque nos
daba gente disfrazada de monstruos o de otras criaturas o máquinas, a veces
creadas por el hombre, luchando ferozmente mientras la maqueta de la ciudad se
destruía debajo de los actores en trajes. Era el cine espectáculo de nuestros
padres o tíos, antes que los efectos hechos por computadora (CGI) dominen el
mapa. Conociendo otros trabajos de Del Toro, como El laberinto del fauno (Pan’s
Labyrinth), se podía confiar en que el proyecto de semejante película estaba en
buenas manos. El tema fue que Del Toro había dejado otro proyecto de lado para
hacer esta película sobre robots y monstruos gigantes, una pequeñita obra de
tres películas llamada El Hobbit, no
sé si la conocen. Creo que hizo negocio.
La película comienza con la narración de lo acontecido en el
mundo por parte de nuestro protagonista. De una grieta del fondo del Océano
Pacífico, criaturas de otra dimensión aparecen en la Tierra. Como el “rey de
los monstruos” con Tokio, se dirigen a las ciudades a destruirlas. El primer
país que atacan (cuándo no) es Estados Unidos. Como decenas de generales
americanos no vieron nunca una película de Godzilla,
no sabían que a los monstruos no se los puede matar con aviones y tanques,
perdiendo miles de millones de dólares de material bélico en el proceso.
Después de una batalla durísima y larga contra el primer Kaiju, la bestia cae
muerta no sin haber destruido los puntos turísticos de varias ciudades yanquis.
No sé ustedes, pero yo evitaría la torre Eiffel si cuando visito París veo un
monstruo gigante en el horizonte. Al repetirse constantemente la llegada de los
Kaiju, el mundo se pone de acuerdo para hacerles frente. “EL mundo” es un decir, porque a los únicos
que les preocupa la llegada de los bichos es a los países que dan al Océano
Pacífico. La solución que encuentran
estos países para lidiar con los monstruos es crear los suyos, a la manera de
robots gigantes. Desde un punto realista no tiene ningún sentido, porque no hay
nada que un robot gigante pueda hacer que un tanque, o un barco o un jet no,
pero estas películas no buscan el realismo, así que yo me entregué a tomar lo
que me presentaban como cierto. Estos robots, llamados Jaegers, son pilotados por
parejas humanas y se despliegan en diferentes puntos de la costa con el
Pacífico en alerta por si un nuevo monstruo se dispone a destruir todo. Los argentinos
zafamos porque estamos en otro Océano. En verdad zafaron quienes tenían que
confiar en un robot argentino o en argentinos para que los defiendan, porque lo
más probable es que el robot no se haga o funcione mal por temas de presupuesto
o corrupción.
Pero la película es más inteligente que eso. Podría haberse
hecho un largometraje de la guerra contra los Kaijus a lo largo del mundo, y no
fue así. El hecho es que nos situamos en un momento posterior, en donde la
humanidad vuelve a estar en peligro después de años de victorias contra lo’
mostro’. De la grieta salen cada vez más bichos y más fuertes y los robots
gigantes se las ven negras. Comenzamos viendo cómo nuestro personaje principal,
Raleigh Becket, piloto de Gypsy Danger, uno de los Jaeger norteamericanos,
sufre flor de paliza frente a un Kaiju enorme, y pierde a su hermano copiloto
en la pelea. El trauma del combate y de la pérdida de su hermano lo aleja del
pilotaje de robots por varios años. En ese tiempo, los Kaiju se cargaron a
varios Jaegers y el panorama se oscurece, con lo cual “el mundo” se pone de
acuerdo en desmantelar el programa Jaeger y crear un reemplazo en defensa de la
tierra. Ese reemplazo es una gran pared a lo largo de la costa de todos estos
países en peligro. Una tarea tan titánica como pelotuda sólo puede ser resuelta
por grandes líderes del mundo en consejo. Pronto se demuestra que la pared no
sirve, porque un Kaiju la atraviesa y destruye la Ópera de Sydney, que estaba a
unos pasos del muro. No soy ni un ingeniero ni un especialista en hormigón,
pero en vez de montar una pared gigante a lo largo de la costa, hubiera costado
menos armarla alrededor de la grieta ¿no? Al menos, no al lado de las ciudades,
dándole todo el Océano libre a los Kaijus. Pensándolo mejor, si tenían éxito
con el muro iban a entrar a salir los bichos y se iban a juntar en una pecera
gigante, donde tenían espacio para corretear y jugar y probablemente se
olvidasen de destruir la tierra. Los héroes de la jornada son los pilotos
australianos del Striker Eureka, que acaban con el Kaiju fan de Another Brick
in The Wall de Pink Floyd. La última resistencia de la humanidad recae en
Stacker Pentecost, el comandante de los 4 Jaegers restantes, el australiano, el
chino, el ruso y el americano, que no tiene pilotos. Por eso llaman a Raleigh a
probar suerte con la nueva versión del Gypsy Danger.
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Por ahí sólo querían ser amados. |
Lo bueno del cine fantástico no es crear mundos imposibles. Las mejores películas
del género no son las que te lanzan a un mundo sin conexión con el nuestro
y con problemas que son ajenos a nosotros. Con El Laberinto del Fauno, Guillermo del Toro
no estaba interesado en crear un universo paralelo al actual, sino en demostrar
cómo una chica imagina un escape hacia un mundo imaginario para evitar vivir
las desgracias de la posguerra civil española, y de cómo la fantasía y la
realidad pueden convivir en un mismo lugar. Esto es fantasía. La ciencia
ficción, en cambio, nos da una explicación a todo. Todo lo que pasa tiene un
sentido, no se libra nada al azar. Es el avance de la ciencia lo que nos abre
nuevos mundos. Un mundo de fantasía es un alivio, porque en el fondo sabemos
que alguien lo imaginó tratando de hacer un mundo lo más diferente al nuestro
posible, para que sea atractivo por antítesis. Sabemos que hay un humano detrás
de eso soñándolo, por eso podemos dormir tranquilos. Un mundo de ciencia
ficción es el horror absoluto, porque lo que sucede escapó hace tiempo al control
de los hombres. Mejor dicho, lo que sucede se nos puede salir de control. Nada
de esto tiene que ver con Pacific Rim, pero todavía algunas críticas la nombran como película de ciencia ficción, cuando me parece claramente que el punto pasa por otro lado. Creo que es momento de redefinir los géneros.
Raleigh debe buscarse un compañero de cabina, y nos
presentan a un personaje cliché como Mako Mori. No porque sea malo el personaje,
sino porque era obligada la inclusión de una persona japonesa. La historia de
Mako es la mejor de entre todos los personajes. En un flashback vemos como
perdió de niña a sus padres ante el ataque de un Kaiju a Japón. Cuando el
monstruo estaba por matarla, surge un jaeger que acaba con él. Mako se acerca
al robot enorme y el piloto que sale de adentro es nada menos que Stacker
Pentecost, que lo piloteaba, y al que Mako le debe la vida. Era el momento para
un cameo de Godzilla, pero todavía lo sigo esperando. Ahora, dijimos que se piloteaba en parejas.
Cualquiera que haya visto Evangelion
y fue al cine a ver esta película vio cosas que le hicieron ruido. Los pilotos
tienen que entrar en una “sincronización” entre ellos y con la Inteligencia
Artificial que los maneja. La inteligencia artificial es Ellen McLain, GLaDOS
de la serie Portal, y en un momento tira una frase muy GLaDOS, que no es de
ninguna manera una coincidencia, porque Del Toro es un gran gamer. En Evangelion,
la sincronización se hacía con el robot mismo, y cuando la sincronización se
perdía, se iba todo al carajo. Tiene que haber una conexión especial entre los
pilotos, por eso suelen ser parientes, hermanos o padre-hijo. Pero en el caso
de Mako y Raleigh, no hay tal conexión. Lo que pasa en Pacific Rim cuando se
pierde la conexión es menos brutal que en Evangelion, pero Mako mientras probaban
la sincronización recordó el ataque kaiju a Tokyo y casi hace volar todo a la
mierda en la base. Mako es el personaje inestable, como era Shinji en
Evangelion. Además es una de las únicas dos mujeres piloto que nos muestran,
junto con una piloto del jaeger ruso. Prefiero diez veces a Mako que a Shinji
igual. En Evangelion, los robots gigantes escondían un secreto que los
convertía en las únicas armas capaces de destruir a los ángeles que venían a
destruir la tierra. Acá… bueno, una piña de un jaeger aparentemente sirve más
que un cañonazo o un misil. Creo que dan una explicación de porqué construir
los jaeger en la película, pero eso no cambia que estamos hablando de un film
sobre robots gigantes que pelean contra monstruos de otra dimensión.
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Sigamos soñando |
Los científicos que estudian a los Kaijus en la base son
dignos de los tres chiflados, pero esenciales a la trama. Uno descubre que se
puede conectar con la mente de los kaiju, como hacen los pilotos con sus
robots. Al hacerlo se da cuenta que hay una raza de aliens que están mandando a
los monstruos a través del portal, y que muy probablemente sean los bichos
parte de un plan de conquista de la tierra.
Para poder conectarse bien con la mente kaiju necesita un cerebro
fresco, que consigue de un personaje muy colorido, digno de Saint Row: The Third.
La segunda mitad de la película es la que contiene las escenas de pelea. Varios
Kaijus llegan en masa y se ponen a funcionar los cuatro jaegers restantes a
hacerles frente. Luego de una súper escena de pelea, y para conveniencia del
argumento, los kaijus son destruidos igual que dos de los jaegers. Como era
esperable, los que sobreviven son los que hablan en inglés. En la última misión
idean un plan para destruir el portal y acabar con la amenaza Kaiju para
siempre. Digo para siempre porque no hay “material de secuela” en el final de
la película, como sí tiene Godzilla, la versión norteamericana. Calculo que no le tenían fe como para hacer
una franquicia, aunque la idea de muchas de estas pelis es vender muñecos. Igual
ya hay secuelas planeadas.
En el fondo, la película cumple con su cometido. La acción
es intensa y divertida, la banda sonora hacía temblar al cine, y los efectos de
sonido te sumaban a la pelea. Es una de las pocas películas en donde realmente
parece que estuvieras montado en el jaeger o mirando por el visor de uno de los
robots lo que pasa. Normalmente detesto el CGI, pero estuvo muy bien usado sin
que molestara en ningún momento. Los actores se dejaban ver, pero el que se
lleva los aplausos es Idris Elba, Stacker
Pentecost, no por hacer un gran papel, sino porque el resto es bastante flojo.
Tengo un problema personal con Raleigh, que me parece Johnny Knoxville rubio.
No me puedo tomar en serio la película si el que tiene que defender la tierra
es el gil de Jackass en un robot gigante. Mako es otro caso de un personaje
desaprovechado, con gusto a poco. Aun así me parece una de las mejores de
acción del año, y una buena demostración de que se puede hacer cine de
espectáculo entretenido, pero también puede ser inteligente. La mayor crítica
es que se presentó esta película como un homenaje a un cine que no representaba
nada para la mayoría de la gente que la fue a ver. No sé cuántos vieron
Evangelion de los que estaban en la sala
de cine, pero seguro que no éramos muchos. Pero la valoro como una introducción
al género para audiencias jóvenes.
Recomendable 7
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